El 21 de octubre se celebra el “Día Mundial del Ahorro de Energía” y los mecanismos, y medidas, que garantizan la eficiencia en esta materia son cada vez más valorados a la hora de plantear como contribuir a lograr un planeta más sostenible. “El kilowatt/hora más barato es el que no se consume”, suelen afirmar los expertos. Tal como enfatiza el reciente informe del Banco Mundial, “la eficiencia energética permite obtener tres beneficios básicos: financieros y económicos, tanto para países como para consumidores y proveedores de servicios eléctricos; climáticos y de contaminación local; además de mejorar la competitividad y generar empleo”.

ETIQUETADO DE VIVIENDAS
¿En qué consiste?
La Etiqueta de Eficiencia Energética es un documento en el que figura una escala de letras de la A a la G, que indican en orden decreciente el nivel de eficiencia energética de una vivienda, siendo A el más eficiente y G el menos eficiente. Esta etiqueta se encuentra asociada a un rango de valores del índice de prestaciones energéticas (IPE), que se determina de acuerdo a la norma IRAM 11.900/2017.
El IPE es un valor característico de la vivienda, que informa acerca del requerimiento teórico de energía primaria para satisfacer las necesidades de calefacción en invierno, refrigeración en verano, calentamiento de agua sanitaria e iluminación, durante un año y expresado por metro cuadrado de superficie (kWh/m2 año).

Este indicador permite cuantificar las prestaciones energéticas de las viviendas. En ese desempeño influyen el diseño arquitectónico, la orientación, las protecciones solares, los sistemas constructivos utilizados, la calidad y el estado de las aberturas, las infiltraciones de aires y los sistemas de calefacción, refrigeración e iluminación instalados.
Fuente: INFOBAE